lunes, 28 de febrero de 2011

PREMIOS OSCAR 2011

El discurso del rey ha cumplido su papel de favorita y ha ganado cuatro Oscar, todos en categorías de primera línea: actor, película, guión original y director.

Mejor película: El discurso del rey
Mejor director: Tom Hooper (El discurso del rey)
Mejor actor principal: Colin Firth (El discurso del rey)
Mejor actriz principal: Natalie Portman (Cisne negro)
Mejor actor secundario: Christian Bale (The Fighter)
Mejor actriz secundaria: Melissa Leo (The Fighter)
Mejor guión adaptado: Aaron Sorkin (La red social)
Mejor guión original: David Seidler (El discurso del rey)
Mejor película en lengua extranjera: 'En un mundo mejor' (Dinamarca)
Mejor película de animación: Toy Story 3
Mejor dirección artística: Alicia en el país de las maravillas (Robert Stromberg y Karen O'Hara)
Mejor fotografía: Origen (Wally Pfister)
Mejor vestuario: Alicia en el país de las maravillas (Colleen Atwood)
Mejor edición: La red social (Angus Wall y Kirk Baxter)
Mejor maquillaje: El hombre lobo (Rick Baker y Dave Elsey)
Mejores efectos especiales: Origen (Paul Franklin, Chris Corbould, Andrew Lockley y Peter Bebb)
Mejor BSO: La red social (Trent Reznor y Atticus Ross)
Mejor canción original: 'We Belong Together' de Randy Newman
Mejor edición de sonido: Origen (Richard King)
Mejor mezcla de sonido: Origen (Lora Hirschberg, Gary A. Rizzo y Ed Novick)
Mejor documental: Inside Job (Charles Ferguson y Audrey Marrs)
Mejor cortometraje documental: Strangers No More (Karen Goodman y Kirk Simon)
Mejor cortometraje animado : The Lost Thing Major cortometraje God of Love

domingo, 27 de febrero de 2011

¡QUE PELICULÓN MÁS MALO! por Íñigo

En ¡Qué Peliculón Más Malo! hablaré de películas de serie B casi llegando a Z, muchas de ellas elevadas a la categoría de cult movies, haciendo un análisis en clave de humor pero siempre con respeto de la obra, y contando curiosidades y "frikadas" de la misma. Sin más, voy con la primera película elegida para inaugurar la sección que espero os haga esbozar una sonrisa al leerlo.

Masters del universo (Masters of the universe, 1987), de Gary Goddard

Los productores todo terreno de la mítica productora de serie B Cannon Group, Yoram Globus y Menahen Golan, se embarcaron en la adaptación a los cines de una línea de juguetes de Mattel, Masters of the Universe, creada en 1981 y que acompañaba cada muñeco con un mini-comic. Dichos juguetes, que gozaban de una importante popularidad, dio lugar a unos comics publicados por la editorial DC entre 1982 y 1983. La repercusión de los Masters hizo que viera la luz una entretenida y mítica serie de animación norteamericana emitida entre 1983 y 1985 y que contó con cerca de 130 episodios y que la gente recordará por la animación brusca y tradicional. Al final, en 1987, se hizo realidad la película para cines con actores reales y acción en vivo. El argumento general de los Masters del Universo mezclaba fantasía tipo espada y brujería en la línea de Conan con ciencia ficción, en una clásica historia del bien contra el mal.
El príncipe Adam es el héroe del reino de Eternia, que gracias a la espada mágica de Grayskull se transforma en el todopoderoso He-man, que siempre está en perpetua lucha contra el malvado Skeletor y sus tenebrosos secuaces: Trao-jaw, Mer-man o la pérfida Evil-lyn, por decir algunos. La película contó con el guionista David Odell que había realizado los libretos de la obra maestra de cine de marionetas de Jim Henson, Cristal Oscuro (1982) y el bodrio brutal de la prima de Superman, Supergirl (1984). En su diseño de producción contó con el excelente dibujante francés Jean Giraud, más conocido como Moebius. El presupuesto del film fue de 17 millones de dólares de la época, que era un presupuesto moderado para esta clase de producciones y su acogida en los cines USA fue más bien tibia, recaudando solo lo que había costado.
El primer actor elegido para interpretar a He-man fue (¡atención!), Sylvester Stallone, ¿os lo imagináis de rubito con el pelito a lo príncipe de Beckelar, me parto). Finalmente, el elegido fue el fornido actor sueco Dolph Lundgren (famoso por su papel del ruso malo de Rocky IV o por ser el malo de Soldado Universal) quien interpretó de manera decente el papel. Al menos físicamente era clavado al príncipe Adam. Y el actor que interpretó a Skeletor, debajo de ese maquillaje tan, como decirlo, lamentable, es Frank Langella, actor con un mínimo de prestigio nominado al Oscar al Mejor Actor el año pasado por El desafío: Frost contra Nixon.

El problema del film, que irritó bastante a los fans de los Masters del Universo, es que era muy diferente a los comics, a los juguetes y a la serie de animación, tanto la espada como el castillo de Grayskull no eran iguales, así como es aspecto de muchos de los personajes en los que se inventaron sus trajes y formas de actuar, tomándose muchas licencias. Encima la trama era simple, sosa, absurda y cutre, con un guión con más agujeros que un campo de golf, que hacía que la película fuera para niños, cosa que cabreó a los fans incondicionales de los muñecos que esperaban un argumento sólido o como mínimo con sentido. Es decir, esta película se basaba muy por encima en el universo de Eternia, de ahí su poco éxito. El film tiene una fuerte influencia del cine comercial de Steven Spielberg de los 80, que empezaba por aquel entonces. No obstante, y a pesar de todo, este film es visualmente atractivo, lleno de acción (con alguna escena que alcanza cotas hilarantes de cutrez, y que arrancará más de una carcajada a quien se acerque al film, como la escena de la huída volando sobre tapas de alcantarillas ¡Impagable!), y al menos es entretenida y se deja ver. Una secuela fue escrita pero al final la Cannon no puedo hacerla realidad en 1989 porque no pudo pagar los elevados derechos a Mattel, la compañía de juguetes propietaria de los Masters del universo.

INDEPENDENT SPIRIT AWARDS

Mejor película: Cisne Negro.
Mejor dirección: Darren Aronofsky por Cisne Negro.
Mejor actor: James Franco por 127 Horas.
Mejor actriz: Natalie Portman por Cisne Negro.
Mejor actor de reparto: John Hawkes por Winter’s Bone.
Mejor actriz de reparto: Dale Dickey por Winter’s Bone.
Mejor guión: Los Chicos Están Bien de Lisa Cholodenko y Stuart Blumberg.
Mejor ópera prima: Get Low de Aaron Schneider.
Mejor primer guión: Lena Dunham por Tiny Furniture.
Mejor fotografía: Cisne Negro de Matthew Libatique.
Mejor película extranjera: El Discurso del Rey de Tom Hooper.
Mejor documental: Exit Through The Gift Shop de Banksy.
Premio John Cassavetes a la mejor película realizada con menos de 500.000 dólares: Daddy Longlegs de Benny y Josh Safdie.
Premio Robert Altman entregado al realizador, director de casting y reparto de Please Give.

lunes, 21 de febrero de 2011

DIMENSIÓN FANTÁSTICA

El territorio de la bestia (Rogue, 2007) de Greg McLean
Admito que, muy probablemente, nunca me hubiera interesado por esta película si no fuera porque su director, el australiano Greg McLean, dirigió dos años antes Wolff Creek, su impactante debut, un psyco-thriller en la línea “dura” del género que le situó dentro de esa nueva hornada de jóvenes realizadores dedicados al terror como Alexandre Aja, Zack Snider (por su Amanecer de los muertos), Rob Zombie o Neil Marshall (una selección siempre discutible aunque razonable desde el punto de vista industrial). Pero, ¿Qué ocurre con Rogue, el territorio de la bestia? Éste film pasó sin pena ni gloria y cayó en el olvido con prontitud (si es que alguna vez fue descubierto). La respuesta puede encontrarse en la línea argumental que propone la película, a saber: un grupo de turistas es perseguido por un enorme cocodrilo de agua salada. ¡Esto ya lo he visto antes! Y así es. La cinta de McClean evoca con meridiana claridad a aquellas monster-movies de los setenta, esos films que, al calor del éxito de Tiburón (1975) presentaron en sociedad todo un catálogo diverso de criaturas, la mayoría “enojados” animales que amenazaban a ese ser humano empeñado en explotarlo, contaminar sus aguas o bosques y, por ende, destruirlo: orcas (Orca, la ballena asesina, Michael Anderson, 1977); osos (Grizzly, William Girdler, 1976); abejas (El enjambre, Irwin Allen, 1978); pulpos (Tentáculos, Ovidio Assonitis, 1977), etc…
Si centramos el foco de atención en el verdadero protagonista del relato que aquí nos ocupa, un gigantesco cocodrilo, me vienen a la mente varios ejemplos: el díptico de los ochenta La bestia bajo el asfalto, firmadas por Lewis Teague, la aportación finisecular del veterano Steve Miner, Mandíbulas (que ha generado, hasta el momento, dos secuelas direct to DVD), o la propuesta de nuevo siglo de Tobe Hooper titulada ilustrativamente con el inequívoco Cocodrilo (2002), que solo venía a demostrar que el director de La matanza de Texas (1974) podía caer (aun) más bajo (si cabe). Si bien, Hooper también empleó al susodicho animal como sujeto inopinado que permitía al serial-killer de turno deshacerse de sus víctimas en la formularía Trampa mortal (1977).
En suma, podría concluir que El territorio de la bestia es un producto anacrónico, que encuentra sus raíces en tiempos (fílmicos) pretéritos alejados en la conciencia colectiva del público a quien hoy va dirigido. Así pues, no hay debate en que la historia planteada no constituye, per se, un elemento persuasor en términos de estrategia publicitaria. Empero, apuntado todo esto, hay que considerar (más allá de modas culturales) la solidez que presenta el conjunto, lo bien resuelta que está y, en resumen, que dentro de su concreto ámbito subgenérico, es una película de lo(las) más conseguida(s). Se sabe que el guion está inspirado en un suceso real acaecido a finales de los setenta en el que un cocodrilo de seis metros llamado “Sweetheart” atacó varios barcos a lo largo del rio Finnis, con la, eso sí, afortunada salvedad de que no hubo de lamentar víctimas. Greg Mclean sostiene la intriga del film con firmeza, sabe construir atmósferas, narrar (bien) una historia, y su puesta en escena resulta detallista y muy efectiva. Todo apoyado en una estupenda fotografía de Will Gibson que potencia con brillantez la cualidad alucinatoria, inquietante, de unos sombríos parajes australianos en los que habita la “indómita bestia”, nadando sigilosa entre las cenagosas aguas de la (mortal) laguna.
Hay momentos epatantes, de súbito impacto (la muerte de uno de los personajes tras ser brutalmente zarandeado cual muñeco de trapo). Hay escenas de gran tensión (el forzoso “equilibrio sobre la cuerda” para pasar del islote donde quedan atrapados a una de las orillas). Y, el final, épica lucha entre “el hombre” y “el monstruo”, allí donde éste ultimo encuentra su hábitat, una siniestra gruta donde anidan los restos de sus múltiples victimas, cuerpos despedazados, corrompidos; allí donde, entre ellos, perece moribunda la heroína Kate Ryan, la última pieza del entramado narrativo. Protagonizada por el televisivo Michael Vartan, cuya interpretación solo puede tacharse de anodina, y la siempre convincente Radha Mitchell, rostro cada vez más habitual en el cine fantástico (Pitch Black, Visitantes, Silent Hill, Los sustitutos, The crazies); el film gustó en el Festival de cine fantástico de Sitges y fue nominado a la Mejor Película. Parece ser que convenció a los más reticentes. Merece la pena echarle un vistazo.
Harmonica

lunes, 14 de febrero de 2011

PREMIOS BAFTA 2011

- Mejor película El Discurso del Rey.
- Mejor película británica El Discurso del Rey.
- Mejor dirección David Fincher por La Red Social
- Mejor actor Colin Firth por El Discurso del Rey.

- Mejor actriz Natalie Portman por Cisne Negro.
- Mejor actor de reparto Geoffrey Rush por El Discurso del Rey.
- Mejor actriz de reparto Helena Bonham Carter por El Discurso del Rey.

- Mejor guión original El Discurso del Rey de David Seidler.
- Mejor guión adaptado La Red Social de Aaron Sorkin.
- Mejor película en lengua no inglesa Los Hombres que no Amaban a las Mujeres (Suecia)
- Mejor película de animación Toy Story 3.
- Mejor música El Discurso del Rey de Alexandre Desplat.

- Mejor fotografía Valor de Ley de Roger Deakins.
- Mejor montaje La Red Social de Angus Wall, Kirk Baxter.
- Mejor sonido Origen de Richard King, Lora Hirschberg, Gary A Rizzo y Ed Novick
- Mejor diseño de vestuario Alicia en el País de las Maravillas de Colleen Atwood.
- Mejor dirección artística Origen de Guy Hendrix Dyas, Larry Dias, Doug Mowat.
- Mejor maquillaje y peluquería Alicia en el País de las Maravillas de Valli O’Reilly, Paul Gooch.
- Mejores efectos visuales Origen de Corbould, Franklin, Lockley y Bebb.
- Mejor cortometraje Until the River Runs Red de Paul Wright y Poss Kondeatis
- Mejor cortometraje de animación The Eagleman Stag de Michael Please.
- Premio Orange, concedido por votación popular Tom Hardy.
- Premio honorífico por su contribución al cine británico La saga Harry Potter.
- Mejor debut Four Lions de Chris Morris.
- Premio honorífico Christopher Lee.

PREMIOS GOYA 2011

Pa negre, la película en catalán de Agustí Villaronga, dominó la gala del cuarto de siglo. Ganó los premios más importantes, con nueve estatuillas: película, director, actriz protagonista, actriz de reparto, actriz revelación, actor revelación, dirección artística, guion original y fotografía. También la lluvia, de Iciar Bollain, y Buried, de Rodrigo Cortés, se llevaron tres. Mientras que la cinta que partía con más candidaturas, Balada triste de trompeta, de Alex de la Iglesia, tuvo que contentarse con dos.

  • Película
    Pa negre
  • Director
    Agustí Villaronga (Pa negre)
  • Interpretación masculina protagonista
    Javier Bardem (Biutiful)
  • Interpretación femenina protagonista
    Nora Navas (Pa negre)
  • domingo, 13 de febrero de 2011

    DIMENSIÓN FANTÁSTICA

    El exorcista II, El hereje (The exorcist II: The heretic, 1977) de John Boorman (y II)

    Intentaré resumir el argumento, vamos allá: El padre Lamont (un Richard Burton que ya caminaba el tramo final de su carrera) es asignado por el Cardenal (Paul Henreid en su última interpretación) para investigar la muerte del padre Merrin (asesinado mientras exorcizaba al demonio Pazuzu en el cuerpo de Regan Mcnail) y la causa de la posesión de Regan (Linda Blair). Esta se encuentra ahora en un instituto psiquiátrico bajo la supervisión de la doctora Gene Tuskin (Louise Fletcher). Lamont la visita para obtener información pero Regan no recuerda nada de lo sucedido. La doctora Tuskin, que considera que sus recuerdos permanecen enterrados, utiliza una especie de hipnótico “sincronizador” para penetrar en la mente de Regan y compartir las “visiones” de la joven con el padre Lamont. Cuando Lamont se entera de la existencia de Kokumo –un muchacho que el pasado había desarrollado poderes especiales para luchar contra Pazuzu (que aparece como una plaga de langostas)- viajará a África para solicitar su ayuda…
    No me he inventado nada, lo juro. Queda claro que el realizador británico no tenía pensado diseñar un ejercicio mimético, una sucesión mecánica de sustos, una mera prolongación. Se trata, en todo caso, de un material rico en ideas pero de discutible plasmación en pantalla, de confusa asimilación, terreno abonado para una indisoluble dispersión comunicativa con el espectador. Una representación plausible de todo esto lo encontramos en una parte final (la vuelta a la calle Prospect) de tintes “carnavalescos” y planos inconexos, que incluye, entre otras cosas, una doble de Linda Blair poseída (ésta se negó a maquillarse) o el asedio de un enjambre de langostas. Este “desbarajuste” narrativo obedece en gran medida a los problemas que surgieron en la propia concepción del proyecto. El guionista William Goodhart entregó un libreto que no convenció a Boorman y este terminó reescribiendo el mismo con la ayuda de Rospo Pallenberg. No obstante, nunca se tuvo una idea definida y el guion fue reescrito constantemente, incluso durante el rodaje de la película. Tampoco sirvió de mucha ayuda la polémica inclusión del hipnótico “sincronizador” que se recibió como una inadecuada desviación hacia la ciencia ficción (y ha envejecido terriblemente mal). De hecho, se sabe que en el momento de su estreno la película inspiró más risa que terror, lo que forzó al director a remontarla (el metraje se redujo ocho minutos), pero el intento no resultó.
    Durante la filmación las incidencias continuaron. El director contrajo una enfermedad respiratoria llamada “Fiebre del Valle de San Joaquín” y el rodaje se suspendió durante cinco semanas. También cayeron enfermas, si bien por otro motivo, las actrices Louise Fletcher y Kitty Winn (que volvía a interpretar a Sharon Spencer). Hubo que volver a filmar varias escenas, la rápida muerte de las langostas (importadas de Inglaterra) provocó serios retrasos; el editor John Merrit abandonó su puesto (siendo sustituido por Tom Priestley) y por si fuera poco Richard Burton solía acudir ebrio al plató.
    En cualquier caso, la película se beneficiaría, por lo menos a nivel visual, de un abultado presupuesto cifrado en 14 millones de dólares (la más alta de Warner hasta la fecha) y de la selección de un nutrido y contrastado grupo técnico: la fotografía se le confió al magistral cameraman William A. Fraker, nominado al Oscar en cinco ocasiones, se había puesto en 1971 tras las cámaras para dirigir un film (maldito) de terror titulado Un reflejo de miedo. Su brillante labor permitió conseguir imágenes tan potentes como las escenas semi-oníricas localizadas en África. Para los efectos de maquillaje se volvió a reclutar al especialista Dick Smith. Por otra parte, se rechazó incluir el célebre y retentivo tema musical de Mike Olfield (otra muestra más del interés por desmarcarse de la primera película) y se seleccionó a Ennio Morricone para escribir una nueva banda sonora. El italiano pudo convencer entregando una compleja partitura, mística, litúrgica y delicada, de melodías fundamentalmente atonales y toques étnicos africanos, y con un bello tema reservado a la protagonista (Regan´s Theme) que empleaba –marca de la casa- el uso de una voz femenina.
    El exorcista II, el hereje se estrenó el 17 de Junio de 1977. La crítica fue contundente, en general se la definió como una secuela absurda e incoherente. William Friedkin aseguró que vio media hora y pensó que era tan mala como ver un accidente de tráfico en la calle. Linda Blair se refirió a la película como una de las grandes decepciones de su carrera, y John Boorman confesó que: “el pecado que cometí fue no dar a la audiencia lo que quería en términos de horror…” El británico recuperaría confianza crítica y comercial con su siguiente largometraje, la famosa Excalibur, en 1981. Claro que no todas las reacciones (si la mayoría) fueron negativas, Martin Scorsese declaró que: “Me gusta El exorcista, por la culpa católica que tiene, y porque me asustó a mí, pero El hereje la supera” Y la influyente crítica Pauline Kael no dudó en escribir en su reseña publicada en New Yorker que: “El exorcista II tiene más magia visual que una docena de películas
    El film fue un fracaso en taquilla, aunque aquí es preciso matizar que lo fue, sobre todo, en relación a la (lógica) expectativa del estudio, la secuela tuvo unos ingresos ínfimos en comparación con su predecesora pero terminó cubriendo sus altos costes de producción (debutó segunda en la taquilla, solo detrás de La guerra de las galaxias). Boorman creó un thriller metafísico y conceptual, lleno de hallazgos e ideas interesantísimas, lamentablemente muy mal ejecutado, con lo que el sentido y la fluidez narrativa se resintieron de forma insalvable. De todas formas, el público esperaba otra cosa, hubiera salido bien o mal.
    La tremenda decepción financiera alejó cualquier posibilidad de conformar una trilogía, al menos a corto plazo, porque trece años después, en 1990, se estrenó El exorcista III, dirigida por William Peter Blatty, guionista de la primera. Blatty ignoró por completo los sucesos que ocurrían en la segunda parte –a la que calificó de sorprendentemente y extraordinariamente mala-, pero, aunque se puede estimar su film mucho más equilibrado, resulta un trabajo pobre y fallido, y lo que es peor, muy aburrido.
    Harmonica

    lunes, 7 de febrero de 2011

    CRÍTICAS CINE DE ESTRENO

    Más allá de la vida (Hereafter) de Clint Eastwood

    Cuando se supo que, en su próxima película, Clint Eastwood iba a indagar “más allá de la vida”, muchos fueron los que aludieron al hecho, supuestamente sorprendente, de que el veterano director se enfrentara por primera vez en su carrera a un film de género fantástico. Es más, no pocos saludaron el proyecto como una suerte de variación, más o menos vinculante, del éxito de M. Night Shyamalan El sexto sentido (1997). Estas –antojadizas- apreciaciones solo pueden responder a un tipo de ceguera patológica, o a un acusado desinterés en volver sobre la ya amplia filmografía del realizador californiano.
    Si en 1982 abordaba la ciencia ficción con la muy desafortunada Firefox, el arma definitiva; tres años después firmaría un episodio de la serie de televisión fantástica Cuentos asombrosos, creada por Steven Spielberg (aquí, no por casualidad, productor ejecutivo). Tampoco ha de suponer un gran esfuerzo para el espectador mínimamente avispado, advertir ese halo sobrenatural que sobrevuela las imágenes de dos títulos del Oeste como Infierno de cobardes (1973) y El jinete pálido (1985); ¿Acaso no encarna Eastwood a sendos pistoleros de ultratumba que regresan a la vida para consumar su venganza?.
    Más allá de la vida, desacertado título en español de Hereafter, es un drama, puro y duro, bajo la apariencia de un relato de corte fantástico, donde Clint vuelve a retomar el retrato de unos “perdedores”, que en este caso, buscan el sentido de sus vidas. El guionista británico Peter Morgan (The Queen, El desafio: Frost vs Nixon…) desarrolla tres historias que acabarán confluyendo en el último momento: 1) George Lonegan (Matt Damon) es un tipo solitario que vive en San Francisco. Su deseo es llevar una vida normal, y para ello trata de huir de su “don”, una capacidad que le permite contactar con los muertos. Pero para él es una maldición que le impide, entre otras cosas, llevar a buen puerto su romance con Melanie (excelente Bryce Dallas Howard), una chica que conoce durante unas clases de cocina. 2) La francesa Marie Lelay ((Cecile de France) es una periodista televisiva de éxito que sobrevive a un tsunami mientras estaba de vacaciones en Indonesia, una experiencia que alterará su vida para siempre. 3) En Londres, un  niño llamado Marcus (Frankie McClaren) sufre un gran desasosiego tras la repentina muerte de su hermano gemelo y buscará la forma de comunicarse con él.
    Es esta una película que no aspira ser trascendental, ni adopta un lenguaje grandilocuente para articular un discurso (humanista) en torno a la vida y la muerte, al dolor de la ausencia, a la pérdida del amor. No pretende pues, generar argumentos para clarificar temas relativos con una cierta precisión. De hecho, se limita únicamente a lanzar preguntas de las que no ofrece respuesta alguna. La sobriedad narrativa y el rigor expositivo propias de ese rasgo, llamémoslo neoclasicista, que mueve la cámara de Eastwood, no es óbice para hallar múltiples detalles de puesta en escena –con significativo uso de movimientos giratorios, travelling de seguimiento o grúas móviles- que permiten una audaz y armónica mezcolanza entre momentos íntimos (los más) y momentos espectaculares (los menos). Así, en relación a los primeros, sirvan de ejemplo la –poética- forma en la que el director muestra la soledad de sus personajes, envueltos entre las densas sombras de la fotografía de Tom Stern; o la secuencia que sigue el triste peregrinar de Marcus por una serie de supuestos espiritistas (o charlatanes de feria, lo mismo da).En otro ámbito, está la visualización de dos hechos reales que Morgan implementa hábilmente dentro de la historia ficticia: la situación alrededor de las bombas en el metro de Londres; y la magistral secuencia (que “golpea” al espectador a tan solo cinco minutos del comienzo) del tsunami, donde hay que celebrar el virtuosismo con el que el director de Sin perdón acomete la planificación de dicha pieza dotándola de una insólita fuerza y singularidad (atención a como la cámara se emplaza a la altura de los ojos). Sugestiva y poderosa, hay más conocimientos de realización en esa única secuencia que en toda la filmografía de Roland Emmerich, un tipo que lleva media vida rodando catástrofes
    Otro de los grandes aciertos del film descansa en las brillantes interpretaciones de todo el reparto. Dada cuenta de la buena labor de Dallas Howard, no le va a la zaga la ajustada composición de la actriz belga Cecile de France (conocida por Alta tensión, de Alexandre Aja). Tampoco la sutil y contenida interpretación de Matt Damon, ni el trabajo de Frankie McClaren, uno de los niños más creíbles de los últimos años, lástima que el doblaje no le haga la suficiente justicia. Por cierto, que entre el casting –y permitidme aquí el inciso- encontramos a Marthe Keller (como la Dra. Rousseau), feliz recuperación para el “gran” cine de esta actriz de origen suizo que alcanzó notoria popularidad durante los setenta con títulos de relevancia como Marathon man, Domingo negro o Fedora.
    Pero Mas allá de la vida, cierto es, no es una película redonda, en ella conviven un conjunto de aspectos más que sólidos, como los que he apuntado, con algún que otro de cierta irregularidad. Concretando; la historia de Marie Lelay se resiente de una cierta dispersión comunicativa, quizás porque no atañe tanto a una emocionalidad dramática como a la búsqueda de un “saber”, provocando, por añadidura, un evidente distanciamiento emocional entre el público y la pantalla. Habrá también a quien no convenza la forma en la que Peter Morgan hace “colisionar” a sus tres personajes al final del relato (que resulta válida, pero fuerza nuestra credulidad); y quién asegurará (no seré yo quien lo haga) que su verdadero “talón de Aquiles” es el ritmo, esto es, la cadencia narrativa con la que Eastwood narra la(s) historia(s). Tachada de lenta y de excesivamente contemplativa (En EE.UU. la audiencia –y la crítica- le ha dado la espalda); son estos los adjetivos que definen erróneamente a una película arriesgada y profunda que propone un film alejado del imperativo comercial, y que dirige su lúcida mirada hacía ese público maduro que no necesita de apoyos artificiales para disfrutar de verdadero CINE.
    Harmonica