lunes, 16 de mayo de 2011

DIMENSIÓN FANTÁSTICA

Crimen en la noche (Deathdream, 1974), de Bob Clark
Cuando en 1982 el director de Nueva Orleans Bob Clark (1937-2007) estrenó Porky´s, sus seguidores se sintieron defraudados. Pero, a buen seguro, que éstos no debían de ser muchos, o al menos no los suficientes, pues con aquella comedia gamberra, primera de una trilogía, su director obtuvo el primer éxito de su carrera; y era ya su novena película.
Lo cierto es que Bob Clark dedicó los setenta al cine de terror, incluso uno de sus logros mayores, Asesinato por decreto (1979) -nueva aventura del famoso Sherlock Holmes-, se movía dentro de las fronteras del género. Si en 1972 acometía su debut en el terror de Serie B con el macabro divertimento Los niños no deben jugar con cosas muertas, dos años más tarde haría, en cierta manera, historia en el género, pues con Black Christmas, una modesta pero muy efectiva producción canadiense, creó el primer “slasher” tal y como hoy lo conocemos. Entre ambas películas Clark rodó Crimen en la noche, una curiosa aproximación al mito del zombi que abordaba la dificultad de la reintegración de los veteranos de Vietnam, interés crítico-argumental que presidirá en el discurso articulado por films tan prestigiosos como el elocuente drama de Hall Ashby, El regreso; Nieve que quema, de Karel Reisz, o la oscarizada El cazador, de Michael Cimino. Con Crimen en la noche, su director propuso una sátira sobre la guerra disfrazada de horror movie. De hecho, sería poco realista obviar la poderosa influencia que ejerció el conflicto bélico en la evolución del cine de terror setentero.
El planteamiento de la cinta describe a un veterano desparecido en combate llamado Andy que aparece “vivo” frente a la puerta de su casa como un zombi que se desintegra lentamente. Claro que la alegría inicial por el retorno de quien ya se creía muerto se transformará en inquietud cuando éste comience a comportarse de manera extraña, y su violencia se vaya recrudeciendo de forma proporcional a la presión a la que le somete su entorno social para su “correcta” integración. Andy (un muy convincente Richard Backus) no es el mismo, no habla, no come, está distante, abstraído, se pasa todo el día encerrado en su habitación…Y necesita sangre para seguir “viviendo”. Su padre (John Marley) comienza seriamente a sospechar de su hijo al ver como mata con sus propias manos, estrangulándolo, al perro de su hermana Cathy (Anya Ormsby) delante de unos niños. Su aspecto involucionará hacía la putrefacción (el maquillaje, por cierto, es obra de un debutante Tom Savini) y pasará de inyectarse la sangre de sus víctimas mediante una jeringuilla (1), a atacar -directamente, como un caníbal- a su propia novia Joanne (Jane Daley).

Clark analiza cada secuencia de modo que su contenido y efecto redundan en beneficio del conjunto. La visualización del discurrir de la historia a través de los personajes resulta de notoria eficacia, y junto con la iluminación  -densa, tenebrista, carente de vida- logra potenciar el halo perturbador de su mensaje. Los elementos fantásticos están muy bien resueltos, la planificación es elegante y sobria (el uso del zoom, muy de la época, es tremendamente efectivo), una clara muestra de la eficiencia de un director cuyo talento permite mitigar notablemente las limitaciones de un bajísimo presupuesto. En este sentido hay una secuencia curiosa, aquella en la que Andy ataca al médico del pueblo, el Dr. Philip Allman (Henderson Forsythe) y le dice: “Yo morí por usted. ¿Por qué no iba a devolverme el favor?” Parece una meridiana forma de “traer a la superficie” la crítica política implícita, obviando su carácter plenamente consciente… por si algún espectador no la había advertido. El final del film, con el zombi enterrándose a sí mismo, es toda una declaración de intenciones.

La película fue escrita por Alan Ormsby, que también se hizo cargo de los efectos especiales de maquillaje en colaboración con el ya mítico Tom Savini. Ormsby escribió parte del guión de la citada Los niños no deben jugar con cosas muertas, además de actuar como protagonista en la misma. Por su parte, Clark fue el coproductor de su primera película, Deranged (1974), basada en la historia real del psycho-killer Ed Gein.

Crimen en la noche guarda llamativas concomitancias con el posterior film de George A. Romero Martin. El regreso de los vampiros vivientes (1977), y supone un evidente precedente del telefilm de Joe Dante El ejército de los muertos (2005), para la serie Masters of Horror. El pasado año, John Stalberg dirigió un remake titulado Zero Dark Thirty, en el que la guerra de Vietnam era sustituida por la de Afganistán.
Harmonica
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(1) A comienzos de los 70, fueron muchos los que llegaron de Vietnam traumatizados por la guerra y adictos a la heroína.
 

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