El realizador y escritor Sidney Lumet ha muerto en su casa de Nueva York a los 86 años, víctima de un linfoma. Auténtico renovador del cine negro clásico, Lumet, junto a otros ilustres cineastas también fallecidos como John Frankenheimer, Robert Aldrich, Arthur Penn o Robert Mulligan, fue punta de lanza de la denominada como la "generación de la televisión": cineastas que cimentaron su estilo en la pequeña pantalla para luego trasladar sus tan veloces como violentos conceptos narrativos al cine más espectacular. Con su deceso llega también la muerte de una manera muy particular de hacer y entender el cine, y no nos referimos sólo a los thrillers contemporáneos -de los que Lumet podría ser padre putativo- sino de toda buena película que se precie.
Sidney Lumet, además, debutó a lo grande, con un clásico imperecedero (víctima de todo tipo de remakes, relecturas y copias): '12 Hombres sin piedad (Twelve Angry Men)' (1957), claustrofóbico thriller minimalista que relata la deliberación de un jurado frente a un caso de pena capital donde el cineasta, además, se descubría como un hombre superdotado para la dirección actoral. La película significó su primera nominación al Oscar a Mejor Director, dicha situación se repetiría hasta tres veces más: 'Tarde de perros (Dog Day Afternoon)' (1975), 'Network, un mundo implacable (Network)' (1976) y 'Veredicto final (The Verdict)' (1982). También obtuvo otra nominación al Oscar por 'El príncipe de la ciudad (Prince of the City)' (1981), en esta ocasión a Mejor Guión Original. Sin embargo únicamente se alzaría con una estatuilla, la que la Academia de Hollywood le otorgó de forma honorífica el pasado año 2005.
El director estuvo en activo desde los años cincuenta-donde su producción se reduce básicamente a la televisión: series y tv movies- hasta el año 2007, donde Lumet se despediría del cine con la sobresaliente cinta 'Antes que el Diablo sepa que has muerto (Before the Devil Knows You Are Dead)'. Entre medias cinco décadas de trabajo infatigable, de cine realista, hiperviolento, repleto de tipos duros en situaciones aún más duras. En sus películas había atracos ('Supergolpe en Manhattan (The Anderson tapes)', 1971 y 'Tarde de perros (Dog Day Afternoon)', 1973), intrigas armamentísticas internacionales ('Punto límite (Fail Safe)', 1964), policías atípicos en el cumplimiento de su deber ('Serpico', 1973, 'La ofensa (The Offence)', 1972, 'El príncipe de la ciudad (Prince of the City)', 1981 y 'Distrito 34: Corrupción total (Q & A)', 1990), e incluso un durísimo alegato contra la telebasura... cuando aún ésta ni existía ('Network, un mundo implacable (Network)', 1976). Aunque seguramente el campo en el que más se llegó a desenvolver sería, precisamente, aquél en el que debutó, en ese raro subgénero llamado cine judicial y de que Lumet aún nos entregaría otra inapelable obra maestra: 'Veredicto final (The Verdict)' (1982), con un magnífico Paul Newman.
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